Recuerdo que la primera vez que tuve el placer de intercambiar unas palabras con Marco fue en el hotel de Vecindario, un par de horas después de la finalización del partido que empatamos a dos con el equipo de aquella localidad. El semblante del sevillano dejaba entrever dos sentimientos bien distintos; uno era, sin duda, el de la alegría de ver como los goles de Molist y Sabino ponían franca la eliminatoria de cara al partido de vuelta después de haberlo visto todo perdido. Otro era el de la desilusión y el descontento de haber sido sustituido por Juan Ignacio tras firmar una discreta actuación y pese a haber salido desde el banquillo en sustitución de Elías.

Por eso hoy me alegra poder dedicarle estas líneas al fenomenal centrocampista que tiene el Cartagena. Espero que no caigan en saco roto tras una semana en la que los elogios a Marco han llovido desde distintos medios de comunicación y lugares menos modestos que este rinconcito. Al venir de la afición espero que ocuparán un lugar especial en su corazón, empero. Por eso vaya desde aquí mi modesto homenaje, y el de todos los lectores de Efesemanía, para quien en mi opinión, tiene una de las mejores zurdas que han pisado el Cartagonova en mucho tiempo.

Ojalá siga revolucionando partidos, dando aperturas a banda como la que le sirvió a Rivas, fabricando paredes como la que se inventó con Teo o marcando goles como el que se marcó frente al Villanueva. Animo Marco.