Escala en Tenerife
Sí, ya sé que tras la victoria frente al Granada muchos quereis que se os hable de fútbol y os fastidia que a estas alturas se vuelva sobre el desagradable tema que provocó la salida de Amaral. Sois tontos; los aficionados más inteligentes comprenderán que si queremos un Cartagena con futuro nos tenemos que manchar un poco más las manos como lo está haciendo el diario La Verdad. Gracias a este diario ya sabemos con quienes mantenía la guerra Torrecilla:
"David Amaral quiere huir de la polémica, «porque es lo último que necesita el Cartagena ahora», aunque advierte que «no permitiré que manchen mi trabajo». Admite que no podía seguir entrenando al Cartagena después de haberse visto salpicado de forma importante por la guerra abierta que mantenía Torrecilla, su valedor en Cartagena, con el sanitario Genaro Zapata, su hijo David Zapata y el delegado Antonio Alcaraz, tanto por el caso Abel como por otras cuestiones internas."
Vaya, qué casualidad. Algunos de esos nombres son los mismos que han acusado públicamente a Amaral de irse de Cartagena porque tenía morriña de su tierra y porque se le hacían pesados los viajes en autobús. Debe ser que, como dice un buen amigo mío, Amaral se ha hinchado esta semana a mojopicón y a jugar al dominó en el bar de al lado de su casa, porque vuelve a abandonar su Tenerife querido para marchar a Francia invitado por el Auxerre. Ni rastro de morriña. A ver qué se inventan ahora para echarle mierda.
Esto no es todo. Según se publica también hoy, la gente más afín a Amaral que sigue trabajando en el club, está teniendo problemas para desarrollar su trabajo:
"David Amaral quiere huir de la polémica, «porque es lo último que necesita el Cartagena ahora», aunque advierte que «no permitiré que manchen mi trabajo». Admite que no podía seguir entrenando al Cartagena después de haberse visto salpicado de forma importante por la guerra abierta que mantenía Torrecilla, su valedor en Cartagena, con el sanitario Genaro Zapata, su hijo David Zapata y el delegado Antonio Alcaraz, tanto por el caso Abel como por otras cuestiones internas."
Vaya, qué casualidad. Algunos de esos nombres son los mismos que han acusado públicamente a Amaral de irse de Cartagena porque tenía morriña de su tierra y porque se le hacían pesados los viajes en autobús. Debe ser que, como dice un buen amigo mío, Amaral se ha hinchado esta semana a mojopicón y a jugar al dominó en el bar de al lado de su casa, porque vuelve a abandonar su Tenerife querido para marchar a Francia invitado por el Auxerre. Ni rastro de morriña. A ver qué se inventan ahora para echarle mierda.
Esto no es todo. Según se publica también hoy, la gente más afín a Amaral que sigue trabajando en el club, está teniendo problemas para desarrollar su trabajo:
"Con la victoria ante el Granada ha llegado la calma (...) Bueno, no para todos, ya que algunos de los más estrechos colaboradores de Torrecilla y Amaral están empezando a sufrir más de la cuenta para poder realizar la labor que desempeñan habitualmente"
Mucho ojo porque esto que se dice no es baladí. Ya dijimos que las ratas siguen ahí dentro y que esto no se solucionaba con la llegada de un entrenador. Como veis, parece que siguen dificultando el trabajo de gente que quiere lo mejor para el FC Cartagena y, por tanto, comprometiendo los éxitos futuros del equipo. Si los que están sufriendo "más de la cuenta" para desempeñar su trabajo son, como yo creo, Santisteban (entrenador de porteros) y Fran Albert (preparador físico) comprendereis lo que digo. No en vano la salida de cualquiera de ellos perjudicaría notablemente al equipo. En primer lugar por los lazos afectivos que mantienen con unos jugadores que ya están bastante tocados con lo que ha pasado. En segundo lugar, es obvio, porque se perdería a grandes profesionales ¿Acaso no visteis lo bien que acabó el equipo físicamente el otro día cuando encerró al Granada en su área?.
Lo dicho, mucho ojo porque esto aún no ha acabado y hay gente que sigue empeñada en que fracasemos. Hoy son Albert y Santisteban pero mañana puede ser el propio Montes. Dentro del Cartagena hay un cáncer.