Victoria de la Juventud
El Efesé sigue imbatible en casa. La llegada de Montes al banquillo cartagenerista sirvió para poner orden donde había desorden y devolver parte de la ilusión, perdida tras las últimos acontecimientos, a la sufrida (y escasa ayer) parroquia blanquinegra.
No fue un partido brillante. El Granada de Visnjic (cesado tras las derrota de ayer) llegaba en horas bajas a Cartagena y sólo acertó a plantar cara durante los primeros 45 minutos. Su orden defensivo y la calidad de su mediocampista Palacios sirvieron para ahogar un tanto a un Efesé que se estrellaba una y otra vez contra la zaga franjirroja, y para ofrecer a la grada un partido soberanamente aburrido (como pocos en el estadio) hasta la llegada de los cambios en la segunda mitad. Tampoco procedía exigir más después de la derrota en Badajoz, porque si el Granada estaba en horas bajas, el Cartagena, sembrado de dudas, se conformaba con volver a ser un equipo y, eso sí, conseguir los tres puntos. Es posible que el mejor Cartagena de Amaral (el de la segunda parte del día del Aguilas, por ejemplo) se hubiera merendado literalmente al Granada y hubiera ofrecido algo más de espectáculo, pero estaba claro que ayer el Cartagena estaba en un proceso de encontrarse a sí mismo y de encontrar el sendero de la confianza y las victorias. Y así lo hizo.
Por eso, creo yo, no cabe reprocharle al equipo demasiado duramente su ineficacia de cara a puerta en varios lances del partido (Sabino y Sívori fallaron ocasiones clamorosas) y sí aplaudir que las mismas llegaran a producirse. Como aplauso merecen los hombres de la retaguardia, más motivados que nunca, a sabiendas, quizá, de que con el nuevo técnico cobraban un inusual protagonismo. Cabrejo y Lusa, pero sobre todo Leo y Orlando, firmaron una de esas actuaciones que dan confianza de cara al futuro y les sirve para presentar su candidatura a piedra angular de un equipo que se había acostumbrado a ceder la responsabilidad de los éxitos a la parte de arriba.
Por lo demás, el partido nos dejó el cambio en la portería de Cabrero por Caballero y la salida de Elías del once inicial; gran sacrificado del cambio de sistema operado por Montes en el que se gana un hombre de ataque a costa de perder efectivos en la línea medular. Respecto a lo primero decir que si las actuaciones de Caballero fueron las que terminaron sentándolo en el banquillo en la era Amaral, no se puede decir lo mismo de Jesús, cuya salida del once inicial no parece obedecer a demérito alguno. Mas bien da la sensación de que Montes quiere lanzar el mensaje a la plantilla de que se empieza de cero y todos van a tener oportunidades. Respecto a la salida de Elías del equipo titular, que sorprendió a propios y extraños, habrá que ver si es algo circunstancial, sólo para los partidos de casa o, efectivamente, va a ser la tónica habitual con Montes. Aún es pronto.
Lo que sí parece claro es que Montes ha apostado desde el inicio por los galones y la veteranía y que se reserva la juventud y la frescura para sorprender desde el banquillo. Por lo tanto, la gente más joven tendrá que seguir dándolo todo y currándoselo. Justo como hicieron ayer, cuando las salidas de Carmona y Lafuente revolucionaron el partido y metieron al Granada en su área durante los últimos veinte minutos en los cuales se fraguó el gol de Sívori que derivó en victoria albinegra.
Dicha victoria nos reconcilia a todos con un proyecto que corría el riesgo de tambalearse seriamente con la salida de Amaral y la crisis institucional en el club; y le sirve al equipo para colocarse tercero, recuperar la confianza, y marchar a Benalmádena con serias posibilidades de traerse tres puntos de oro que lo acerquen al primer puesto de la clasificación. Todo ello antes de recibir al Écija en el estadio. La emoción está servida.