Yo también estoy jodido
"Hace año y medio llegué a Cartagena de la mano de mi representante. Miguel Torrecilla nos explicó el proyecto, me dijo que tenía confianza en mí y acepté sin pensármelo dos veces. Al llegar conocí al resto de mis compañeros y a nuestro entrenador, Juan Ignacio. Me instalé en la ciudad, que me pareció bonita pero carente del típico ambiente futbolero que encuentras en cualquier sitio, una pena. Es más, me sorprendió que todo el que hablaba de fútbol lo hacía para lamentarse o para maldecirlo. Al final terminé acostumbrándome y agradecí su tranquilidad.
Pronto empezamos a ganar partidos y fui disfrutando de minutos. La verdad es que el Míster parecía conocernos a todos como si nos hubiese parido. Con el tiempo le llegué a cogerle afecto a este hombre. El caso es que tras un año en el que la temporada regular había ido genial la pifiamos frente al Vecindario en el Play Off. Tuvimos mucha mala suerte y la verdad es que el golpe fue duro y nos afectó a todos. Nos conjuramos para volver a intentarlo el año siguiente todos juntos. (sigue)
Estando de vacaciones me llamó un compañero para darme la noticia; Juan Ignacio había dimitido. El mundo se me vino encima porque con mucho esfuerzo había acabado siendo titular y además no sabía en qué medida afectaba esto al proyecto. Hablé con Miguel y me tranquilizó. Dijo que todo seguía igual y que pronto tendriamos un nuevo técnico y un par de compañeros nuevos pero a casi todos nos fastidió que JIM no comenzara este segundo año en Cartagena con nosotros.
La verdad es que cuando conocí al nuevo Míster no me cayó excesivamente bien. Al principio no contaba para él y para colmo cuando me ponía no me dejaba tanta libertad como Juan Ignacio; eso hacía que yo me pusiera muy nervioso y no aprovechara los minutos que me dejaba. Tras una pretemporada más o menos normal llegó la liga y no empezamos del todo mal. Al fín y al cabo prácticamente éramos los mismos compañeros. Únicamente teníamos problemas fuera de casa y con el tema defensivo porque al Míster le gustaba que la última línea jugara muy adelantada. Además yo me hice de nuevo un hueco en el once titular desde la primera jornada. También tuvimos algunos problemas a nivel interno por tema de lesiones. Muchos compañeros e incluso yo mismo tardábamos demasiado en recuperarnos y eso no le agradaba al Míster ni a Torrecilla. El caso es que después de unas semanas en las que titubeamos demasiado, el equipo volvió a jugar bien y a golear. Creo que Amaral se adaptó un poco a nosotros y nosotros a él, y tras unos retoques el equipo era un reloj. El tinerfeño nos ganó un poco a todos y tras el último partido en Sevilla antes de las vacaciones yo tenía el convencimiento de que en la segunda vuelta nos íbamos a salir e íbamos a conseguir el objetivo.
Pero lo que son las cosas. Poco después de volver a los entrenamientos nos enteramos de golpe de que Miguel se iba. El hombre que nos había traído a casi todos dejaba el proyecto por unos problemas con el Presidente y el tema del fichaje de Abel. Yo me dedico a jugar y no estoy al tanto de todo lo que pasa pero estoy seguro de que algo gordo tuvo que suceder porque no es normal que Miguel se fuera de esa manera. En el vestuario se comentó que le habían puesto la zancadilla y lo habían hecho quedar mal con el Presidente y luego también se comentó en los medios de comunicación. El caso es que fue un palo muy gordo para todos.
Para colmo ya se había comenzado a hablar de que el Presidente intentaba comprar el Oviedo y muchos de nosotros empezamos a inquietarnos por nuestro futuro cara al año que viene. Aún así yo soy un profesional de esto y salí concentrado como siempre el día del Extremadura. Vencimos 3-1 y la gente quedó satisfecha. Decidí centrarme en mi trabajo y dejar de preocuparme por el futuro. Además todos en el vestuario creíamos que íbamos a ascender y eso calmaba un poco las cosas. A ver si en el club se calmaban también un poco y llegaban los nuevos compañeros.
Nada más lejos de la realidad. A mitad de semana me entero de que el Míster también dimite. Increíble. La gente se puso muy nerviosa porque parecía que el personal comenzaba a abandonar el barco. Viendo como estaba el patio un compañero incluso se planteó marcharse a otro equipo y los demás nos preguntábamos qué iba a pasar. No sabíamos qué hacer. A mí me tocaría, como a muchos compañeros, volver a ganarme el puesto que me gané con dos técnicos distintos ¿Y si al nuevo no le gusto?
Perico se ha hecho cargo del equipo pero para él esto es un marrón. El presi nos ha dicho que estemos tranquilos y yo no sé qué pensar porque los rumores dicen que se va a ir de Cartagena de todas maneras. Aquí cada uno mira por lo suyo y yo también tendré que hacerlo. En Ceuta sacamos sólo un punto cuando debimos ganar claramente y ayer en Badajoz palmamos y no tenemos excusa porque todos somos responsables de no haber podido ganar a un equipo con 9 futbolistas. Estamos superjodidos. A saber qué nuevas sorpresas se producirán esta semana y, sobre todo, a quien van a traer ahora porque está visto que aquí la gente válida termina yéndose aburrida de luchar contra los elementos. Ya podía decir algo la afición, no sé. Aunque ellos no tienen la culpa de nada, claro.
En fín, ya veremos lo que pasa. Sólo añadir que cuando alguien me pregunta si toda esta movida institucional nos afecta a los jugadores a mí me da la risa. ¿Acaso no es evidente?"
Este relato es fictio y, naturalmente, no pertenece a ningún jugador del Cartagena. Simplemente he intentado especular un poco con las sensaciones que podría tener ahora mismo cualquier jugador blanquinegro para que comprendáis (los que los acusais de falta de compromiso) la gravedad de lo que ha sucedido en el club en las últimas semanas y cómo se puede llegar a sentir un futbolista. Que sí, que tiene solución pero fijaos cómo estábamos tras ganar en Alcalá y cómo estamos ahora. Hay que agradacérselo a los culpables. Y esos no son ni los jugadores, ni Juan Ignacio Martínez, ni Amaral, ni Torrecilla...
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