Uno recuerda con cierta nostalgia cuando el Cartagena era algo más que un club de fútbol; con sus problemas económicos y sus desengaños deportivos, sí; pero también con esa cercanía y familiaridad que lo convertían en algo nuestro; en algo de la gente. Se trataba de un cariño espontáneo surgido del pueblo, heredado de nuestros mayores y que todo el mundo (aficionados, jugadores o directivos) tenía buen cuidado de respetar y alimentar. El Efesé, con todos sus problemas y situaciones esperpénticas (que las hubo) fue siempre un símbolo más de la ciudad, y el Almarjal su templo.

Esta cercanía que comento se evidenciaba especialmente en el caso de los fracasos deportivos del Efesé (es decir, bastante a menudo) los cuales, al contrario de lo que ocurre hoy, eran vividos de manera mucho más intensa y menos indolente por la propia afisión y su entorno. Al margen de los efectos nocivos que para la salud, estoy seguro, tenía esta forma de tomarse las cosas, el caso es que te sentías parte integrante de algo importante; algo que podías compartir sin problemas con tus amigos o vecinos los cuales, penitentes hinchas también del Efesé, te ayudaban con sus tertulias a desahogarte y a hacer más llevadero el enésimo desengaño. Imprescindible era también (por su efecto balsámico y por vergüenza torera) la comparecencia ante la opinión pública de las cabezas visibles del proyecto como el Presidente o el propio buque insignia de la plantilla, quienes no tardaban en dar la cara y arropar a la sufrida afisión con sus palabras de ánimo y sus bien intencionados deseos de cara al año venidero. El compromiso de redoblar los esfuerzos y la promesa, aderezada con algo de misterio, de conseguir 2 ó 3 fichajes de relumbrón solían bastar para ilusionar de nuevo incluso al hincha más pesimista del Efesé…¡Qué tiempos aquellos!

Ahora, sin embargo, observo con tristeza que todo es distinto. Todo es más gris, más espurio, más desnaturalizado. Apenas hace unos días que el FC Cartagena firmó un importante descalabro y la mayoría de nosotros ya ha vuelto a su rutina particular con una facilidad pasmosa. Es un fracaso sin alma. La temporada se acabará sin hacer mucho ruido y sin demasiadas noticias acerca del futuro. Nadie ofrecerá una rueda de prensa a los aficionados en la que se nos explique qué es lo que ha fallado o se hizo mal; nadie nos consolará o nos dirigirá palabras de aliento, como tampoco nadie nos hablará de ese futuro incierto que depende del pie con el que se levante el jefe de todo esto; "Ya se verá lo que pasa". Por su parte, los jugadores del Cartagena continuarán entrenando hasta que un día nos enteremos (por una escueta e impersonal nota de prensa) de que cada uno se ha marchado ya para su casa. Así, el FC Cartagena 06/07 será Historia antes de que nos demos cuenta y todo lo que una vez rodeó al mismo (esperanzas compartidas, ilusiones, gritos de ánimo o incluso lágrimas...) se irá desvaneciendo poco a poco para dejar paso a un tremendo e incómodo vacío en el caso de unos pocos; y a otro pasatiempo en el caso de la mayoría…

A veces me preguntan cómo es posible que afirme preferir un club más modesto, militante si hiciera falta en una categoría inferior, con tal de recuperar aquellas sensaciones y señas de identidad de antaño; aquel “Espíritu del Lago”. Quizás sea porque me estoy haciendo mayor y viva enamorado de un Efesé que ya nunca volverá. O quizás no, y otro Cartagena distinto al actual sería posible si no se hicieran las cosas tan rematadamente mal como se están haciendo.

Yo cada vez estoy más seguro de que ambas cosas son verdad.