Yo con los jugadores
En medio de todo este lío de idas y venidas, de amenazas y fantochadas varias que al final no quedarán en nada, ya tardaba yo en romper una lanza en favor de los jugadores. No es que crea que no tengan su parte de responsabilidad. Es evidente que ellos son los que juegan y meten (o fallan) los goles. Es, simplemente, que me parece arbitrario y abusivo el trato que se les está dispensando por parte de muchos aficionados anónimos que al frente de un teclado dan rienda suelta a sus desafueros sin pararse a pensar un poco más profundamente en la verdadera problemática de esta temporada.
Pero bueno, siendo esto malo, no es lo peor. Al fín y al cabo es normal en todas las aficiones que tras un estrepitoso fracaso deportivo, se carguen las tintas contra los futbolistas. Aún recuerdo cuando en Alicante rompieron las lunas de todos los coches de los jugadores del Hércules mientras volvían a casa de un desplazamiento. Cuanto más grande es un club, más insultos. Así que aún tenemos que dar gracias. No pasa nada, hay que ser profesional y ya está.
Ahora bien, lo que me parece ya más delicado es que todo ese torrente de críticas e, incluso, de faltas de respeto a las que no hay que dar mayor importancia, se vean alimentadas y alentadas por el propio Presidente y Entrenador del Cartagena. En menos de 48 horas hemos asistido a la crucifixión pública de unos jugadores que hace menos de un mes eran los mejores y más comprometidos del mundo. Juan Fco. Alcoy les echó el muerto en Extremadura al aseverar que para jugar al fútbol hacen falta más cosas y que la tensión del rival era muy superior a la de ellos. Hoy sale el Presidente, les llama públicamente mercenarios y habla con ambigüedad de una supuesta prima del Córdoba de 50 millones de pesetas no se sabe muy bien para quien. Son comentarios malintencionados y dañinos, pero sobre todo terriblemente injustos.
Yo insisto. Los jugadores tienen su cuota de responsabilidad, sí. Pero se les ha dejado solos. Además algo en mi interior me dice que si la plantilla del Linares, que ahora aparece como el paradigma de la entrega, la calidad y el pundonor, hubiera jugado aquí este año, se hubiera hundido del mismo modo que esta por los factores externos. Luego el problema no son ellos. Hasta los más buenos se hunden cuando no hay estabilidad. Por lo tanto desde Efesemania me gustaría mandarles a estos jugadores unos ánimos que no deben interpretarse como exoneración completa de su culpa, pero sí traer algo de coherencia a este debate sin sentido que se está convirtiendo en una bochornosa caza de brujas.